domingo, 22 de noviembre de 2009

Viaje de verano en Caravana: Cote D'Azur, Lago di Commo y Cinqueterre

Como cada Verano, Migue resume el viaje con ese estilo genial que solo entendemos los que hemos compartido el viaje con él. Gracias Miguelito!!! Así que me ahorro mis comentarios y corto/pego directamente de la web de Migue. Es largo, pero vale la pena; y si no, al menos disfrutad de la fotos.
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¿En caravana? ah eso que tiene…”

- “No, eso es una autocaravana. Lo que lleva remolque…”

Esa puede ser la frase más repetida el mes anterior a nuestro viaje. Una caravana no es como un hotel. La caravana compadre viene a ser al hospedaje lo que a la sociedad la clase media, que tiene todo para saciarte pero sin lujos. Coño como una gorda. Era viaje diferente, auténtico, en contacto con la naturaleza, en contacto con la gente, sin intimidad y sin ná. Un viaje que comenzada en distintos sitios de Europa, con un punto concreto de partida, Niza. Para nosotros empezaba cuan institucionalización merece, donde fuera del coche no somos nadie. Con un par de paradas, una para recoger la rueda destrozada de tanto uso, y otra para recoger a Maria Magdalena …. pues te la hinco por donde sea. Llegar a Nice y al camping de St. James le Sourire nos quitó el cansancio de coche, veros a todos fue una alegría. El viaje había empezado.










Despliegue del campamento, comida en la piscina con dos cojones, bronca, ya estábamos los españoles allí. Yo me llevo las servilletas ¿y mi pulsera? Primera cena de pizza y ensalada a compartir con la música bajita bajita. Después de una mañana de compras y pocha, visitamos algo de Nice y sus acantilados, con sus tiendas para comprar sillas de playa. Curva tras curva guiados por el GPS desembarcamos en la majestuosa Mónaco, lugar de barcos, pizzerías y Fórmula 1. Pregunta cuanto cuesta el pesquero que nos lo llevamos. Al borde de las 00:00h, primer cumpleaños feliz, gracias chicos. Cena de pizza y ensalada.











El día de mi cumpleaños visitamos Gourdon y Pont du Loup. Ya podrías apagar el walkie. Con una comida en el que solo les quedaba solomillo de ternera del caro, gran comida y baño en el rio calentito. Tarde en St. Paul de Vence y Nice, con sus misteriosas desapariciones. Mira una tienda de sillas de playa. Acabamos el día de la mejor manera posible, una fiesta sorpresa de cumpleaños, con sus globos, comida, tarta, y lo mejor de todo e insuperable, con mis hermanos y mis mejores amigos. Gracias, parece imposible que cada año se supere. Tenemos un bicho en el suelo de la caravana.

Al día siguiente nos escapamos a Antibes y la fresquita St. Tropez, con su majestuosa playa. Comida de bocadillos y de postre subida matadora al castillo, y una magnífica granizada. Visitamos el pueblo y sus fuentes. Tarde de playa con bichos de picaduras matadoras y por la noche para Cannes, con una cenita de pescado marca Manuel, un lujo. Pocha. El frigo huele peste. El walkie para ti.











Por la mañana del día siguiente levantamos el campamento, y con la caravana a cuestas, a 80 y rueda nueva, nos institucionalizamos en el coche camino lejos de Fréjus por fin, con destino a lo que iba a ser uno de los sitios emblemas del viaje, nuestro lago, el Lago di Lugano y el camping Darna, no sin que el GPS nos descubriera los caminos más estrechos de Italia, yo no me tiraba por Milán, la aguja de la temperatura sube. Grandes paisajes, grandes lugares, grandes atardeceres, magníficos amaneceres. Un gran lago. Llegada escoltada por la policía, tras pequeñas carreteras e innumerables aduanas. Sabemos lo que se siente tras estar en menos de 10 minutos en tres países diferentes. Una llegada ilusionante, en un lugar inmejorable. Éramos niños descubriendo los regalos de reyes en una mañana de navidad. Reportaje del gran montaje, con tendederos, niveladores de burbuja, toldo, manivela y bajada de patas, bombillas, de lo más auténtico. Colchón al pasillo. Para descansar contemplamos nuestro primer atardecer, sillas a la orilla, patos en el lago, cervecita fresquita y unas tapitas sorpresa marca Calia. Un gran momento. Cenita en el camping con Karaoke, pizzas y ensalada a compartir. Pocha ¿le hacemos un croquis? Pues yo te digo cuanto me he gastado en cafés desde el 2005, pues por el culo te la hinco ¿otra vez? El walkie para ti. ¿y a esta quién la ha invitado? A que te digo cuánto me he gastado en parking desde el 2000…

Al día siguiente, tras coger un ferry por el Lago Maggiore y comprar leche de maquina, visitamos pueblecitos costeros de su orilla. Con su castillo, sus hojas impermeables, y otra vez llegamos tarde a comer, lo que nos pongan. Ferry y de vuelta a nuestro lago. Cena reservada en el pueblo, pizza y ensalada como no, mojitos y marcha quinceañera en el camping de al lado. Desfase en la carretera a ritmo de “The boy does nothing”, de esta no hay rima. A la caravana. Hartico de hacer la cama.











Un día de descanso. Decidimos que el Sábado 22 fuera para nosotros, para relajarnos, para disfrutar del lago, de la caravana. Para que Calia ganara un concurso a 10 tíos más, para hacer una comida en la hornilla cuan auténticos campistas, aquaerobic, para tirar el inodoro, para explicar otra vez la pocha, jugar al voleibol, para despedir a Elena. No te preocupes que yo te guardo el colchón. Pero sobre todo para disfrutar del día, de nosotros y vosotros, para bañarnos, para sentarnos al atardecer frente al lago. Un día para nosotros. El frigo huele. Por la noche nos abandona Elena por los albaranes, otra vez, pero la dejamos en buena compañía en el tren. Cena en Lugano cerca del omnipresente Ali Kebap.











Al día siguiente, el Domingo y día del señor, visitamos el famoso Lago di Como. Fama merecida. Quedamos encandilados de pueblecitos con encanto, Menaggio y Belaggio. Y por la tarde paseíto por el Lago di Como a bordo de un barquito alquilado. Con melena al viento, saltos desde proa, estribor y babor, ataques de tiburones y crisis de ansiedad y cortadas de dedo, todos tuvimos nuestro momento como patrones de barco. Un día completo. De vuelta a nuestro Lago. Tarde de pocha, y al son de “Vegano Vegano que estás hassiendo” le explicamos otra vez la pocha. Parecía mentira, pero teníamos que despedirnos de ese paisaje, de la gran parcela, de los grandes atardeceres, de los amaneceres, de los desayunos en bañador, del café y la cerveza a pie de orilla.

Carretera, institucionalización, GPS y camino para los caminantes. La aguja de la temperatura sube, quita el aire. No cojo el cambio que me ha dado un tirón. Tras una llegada rara, con una visita fugaz a un camping en el que jugamos a todo y en el que la piscina, como no, estaba cerrada, y tras una búsqueda más que agradecida, llegamos al Camping de Deiva Marina, en Cinqueterre. Todavía no sabíamos lo que no esperaba. Tras dejar la caravana aparcada como pudimos y llegar tarde a otra comida que nos pusieron otra vez lo que quedaba, nos bañamos en la playa cuan Calahonda city. Por la noche una gran cena en el pueblo a base de pescaíto.












Al día siguiente, corriendo a la estación de tren, compramos los billetes que nunca ticamos y nos desplazamos a Cinqueterre, concretamente a Monterosso. Empezamos la excursión de llevaba de Monter

osso a la bella Vernazza. Fue una paliza, pero fue increíble. Veredas mezcladas con magníficos acantilados, que nos dejaban grandes paisajes para grandes fotos. Surcamos la vereda con sus interminables escalones, curvas, arboledas. Un acantilado tras otro, algún baño en playas rocosas y fuentes porno, escapadas de Celia cuan Indurain en sus tiempos vestida de maillot rojo acompañados por un David Meca, paradas para magníficas fotos. Llegamos a la encantadora Vernazza, con sus “angostas calles”, sus apretones repentinos, sus búsquedas de teléfono de alquiler, de imánes de nevera. Pero sobre todo Vernazza para muchos era la mejor de las Cinqueterre, la más bella. Pueblo de casas de colores, de calles estrechas, con playita, con rincones y esquinas, barquitas de pescadores. Preciosa Vernazza. Tren y destino a Riomaggiore para hacer la “via dell Amore” con llegada a Manarola. Pueblos con encanto. De vuelta al camping y cenita en la caravana a base de… pasta. ¿me dejas cincuenta céntimos para la ducha? No te descuides con el jabón que se te corta el agua. El frigo huele. Y aquí hacaído café otra vez.


Por la mañana, tras otro magnífico desayuno y a correr a la estación, nos plantamos en Corneglia y excursión hasta Manarola con su playa de cemento, sus grandes saltos y su ducha de agua helada, como todas. Aquí posiblemente disfrutamos de la mejor comida del viaje, pescaíto. Tren y de vuelta al camping, con un momento sagrado en el vagón personificado en dos monjitas, cena casera y… nos quedamos, decidimos quedarnos otro día más. Buena decisión, la mejor decisión. Un día más para relajarnos, de playa, un día más de juegos, con cenita en el pueblo costero cercano, Sestri Levante. Un día más para explicar la pocha, para comer pizza y ensalada, para disfrutar. Un día más para despedirnos de la maravillosa Cinqueterre, despedirnos de nosotros, de vosotros, para despedirnos del viaje.











Al día siguiente rumbo a España, a casa, de vuelta a los horarios y a los días, de vuelta a la realidad. El viaje se había acabado.

Hay muchas cosas con las que nos podemos quedar y recordar de este viaje. Yo me quedo con un par de ellas. Lo bien que he estado en familia y las muchas risas que nos hemos echado. Me quedo también con los desayunos de Jamón, la tostadora y las tazas de café sin usar. Me quedo con mi bichito del pasillo y su colchón, la búsqueda de la silla, mi cumpleaños feliz en Mónaco, la rueda de la caravana, las servilletas, las chirigotas. Me quedo con tantas pochas, con tantas explicaciones, con el arrastrao y subastao, con el croquis que nunca hicimos. Me quedo con tomate Celia y su escapada, las rimas de Mamén, el walkie para ti. Me quedo con los vestidos rojos de nochevieja, el dinero de la ducha, con la tabla excell, la salsa pesto, el café que siempre aparece, la aguja de la temperatura. Me quedo con el horario español, con las pizzas y ensalada, con la visita a Fréjus, con la amnesia del paseo en barco, me comen los tiburones. Me quedo con la peste del frigo, Calia campeona, el limoncello, el calor de los parkings, la visita del casino. Me quedo con el Lago di Lugano, con el paseo en barco, con el momento baile, la excursión, las calas, los saltos. Me quedo con las pochas del ferry, las conversaciones religiosas, con Vernazza. Me quedo con vuestra cara al llegar al camping del lago, con aquel atardecer los cuatro. Me quedo con vosotros. Un gran viaje.

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